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JAMES BAKER: LA ONU EN QUIEBRA
El antiguo Secretario de Estado norteamericano James Baker, enviado personal del secretario General de Naciones Unidas al Sahara Occidental, se desplazó durante los días 14 al 17 del pasado mes de enero a Marruecos, Argelia, Mauritania y los Campamentos de refugiados saharauis, con objeto de presentar nuevas propuestas para desbloquear la situación. Pero una vez más, las propuestas no respetan las resoluciones de Naciones Unidas sobre la descolonización y el derecho de los pueblos a su libre disposición. M'Hamed Cheikh, representante del Frente POLISARIO en Suiza y ante la ONU, en Ginebra, hace un análisis de esta enésima gira del norteamericano Baker.
El señor Baker, a cargo del dossier del Sahara desde su nombramiento en 1997, en virtud de la resolución 1429 del 30 de julio pasado, fue encargado por el Consejo de Seguridad de presentar propuestas de arreglo del conflicto, sobre la base del respeto del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, antes de su próxima reunión prevista para finales de enero de 2003 y aplazada hasta finales de marzo.
Las propuestas que acaba de presentar el enviado personal de la ONU a las dos partes en conflicto: el Frente POLISARIO y Marruecos, y a los países observadores: Argelia y Mauritania, no son ni una quinta vía, ni un nuevo plan de arreglo del conflicto, sino la repetición de lo anterior y un nuevo refrito, a penas modificado, del Acuerdo marco, ya presentado anteriormente, en junio de 2001, por el mismo enviado especial y que el Consejo de Seguridad se negó a avalar.
Hay que señalar que estas proposiciones, que de hecho constituyen una trampa, reeditan el mismo escenario de la "tercera vía", llamada comúnmente "Acuerdo marco", en el que se prevé un periodo transitorio de cuatro a cinco años durante los cuales habrá un poder ejecutivo llamado "Autoridad para el Sahara Occidental", un poder legislativo y un poder judicial. Estas instancias serán elegidas por los 86.425 votantes identificados por la comisión de la ONU para el referéndum de autodeterminación.
Después de cuatro o cinco años, las Naciones Unidas organizarán un referéndum para decidir el estatuto definitivo del territorio: independencia, integración o cualquier otra opción acordada por las dos partes. Participarán en esta votación las 86.425 personas mencionadas anteriormente, sus hijos en edad de votar y los 110.000 colonos marroquíes residentes en el territorio antes del 31 de diciembre de 1999. Es decir, que el referéndum está destinado sobre todo a los colonos marroquíes que representan más del 65% de votantes.
Después de 16 años de guerra larvada, 12 años de tregua y de paciencia, con las armas en la mano, en total 28 años de privaciones indescriptibles, de exilio doloroso para las poblaciones de los campamentos de refugiados de Tinduf y de humillaciones para la población saharaui de los territorios ocupados, la ONU ha puesto todo en marcha para que en lugar del pueblo saharaui, el referéndum sea organizado en beneficio de los colonos marroquíes al servicio de una política de poblamiento y de asimilación que tiene por objeto la desnaturalización del carácter del territorio del Sahara Occidental.
Sin embargo, el único pueblo que tiene que decidir su suerte por medio del referéndum es el pueblo saharaui, cuyos representantes figuran en la lista de identificación elaborada por naciones Unidas. Los textos y resoluciones de la ONU a partir de los años sesenta no pueden ser más claros a este respecto, y el Plan de Paz, completado con los Acuerdos de Houston, firmados por las dos partes en conflicto en 1997, no puede ser más explícito. Entonces ¿cómo explicar estos virajes que para nada honran a las Naciones Unidas, símbolo y expresión de un orden mundial que debe basarse en el derecho y la legalidad internacional?
Pero al menos las propuestas de Baker tienen el mérito de haber aclarado una cosa: al renegar de los compromisos que tomó en 1997, el enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental ha llegado al límite. Las maniobras dilatorias que ha realizado en los últimos tiempos a lo único que conducen es a su descalificación pues en Derecho internacional no se puede ser a la vez juez y parte.
El Consejo de Seguridad reconducirá el mandato de la MINURSO a finales de marzo para permitir al Frente POLISARIO y a Marruecos comunicar sus respuestas a la ONU un mes antes de este plazo. Lo que es seguro es que los saharauis nunca aceptarán el Acuerdo marco que rechazan sin ningún género de dudas y menos todavía cualquier disfraz del que esté revestido, porque constituye pura y simplemente una sustitución del derecho de autodeterminación que es la piedra angular de la doctrina de las Naciones Unidas en materia de descolonización, y una legitimación de la ocupación del Sahara Occidental por Marruecos.
El pueblo saharaui, que basa sus reivindicaciones en el Derecho internacional, no pide ningún favor, sólo pide ejercer él y sólo él, su derecho inalienable a la autodeterminación por medio de la organización de un referéndum libre y democrático.
(traducciòn RGA)
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